En un frondoso bosque había un pueblecito que parecía que todos vivían en paz. Pero cuando oscurecía el pueblo se llenaba de hábiles duendecillos dispuestos a trabajar: cuando llegaban empezaban a limpiar todas las calles, arreglaban las verjas y las chimeneas, hacían carpintería, panadería y arreglaban las huertas. Un día Ana, Marcia y Rosa se despertaron antes de lo normal y vieron a los duendecillos y les preguntaron: ¿Qué hacéis aquí? Y ellos respondieron: “hacer lo que vuestros maridos no han hecho", y así termina mi cuento.
PILAR
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