En un hermoso bosque lleno de flores y animales vivían tres hermosos lobitos. El mayor se llamaba Juan, el mediano Iván y el pequeño Héctor. Un día, cuando estaban jugando, su amigo el zorro les dijo: -Chicos, tened cuidado que dicen que hay un cerdito muy hambriento en el bosque y que quería comerse algún animalito.
Juan, el hermano mayor, le dijo: -No te preocupes, nuestra cueva no la va a encontrar. Cuando los tres hermanos estuvieron a punto de llegar a casa, Juan observó que en el suelo había una huella de cerdo.
Mirad -les dijo a sus hermanos- "¡Es la huella de un cerdo! ¡¡Ayyy!! gritaron Iván y Héctor, que estaban temblando de miedo.
¡Tranquilos, no tengáis miedo! -los tranquilizó Juan-, ese cerdito no va a encontrar la cueva. Pero Juan se equivocó. Cuando los tres lobitos están durmiendo el cerdo comenzó a arañar la puerta. -¿Hay alguien ahí?- preguntaron asustados los lobitos.
-¡Dejadme entrar, soy el cerdo y vengo a comeros!- dijo la fiera. Muertos de miedo corrieron a empujar la puerta . Aunque el cerdito hizo muchos esfuerzos para poder entrar, los lobitos no dejaron que el cerdito entrar.
-¡La próxima vez no tendréis tanta suerte! ¡Volveré!- les gritó el cerdito mientras se iba.
Al día siguiente Juan, el hermano mayor, les dijo a sus hermanos: -Hermanitos, nuestro amigo el zorro tenía razón. Si el cerdito vuelve a venir nos comerá!
-¿Y qué vamos a hacer?- preguntaron Iván y Héctor muy preocupados.
-Tenemos que construir una casa cada uno- respondió Juan.
-¡Buena idea!- exclamaron Iván y Héctor.
Juan, el hermano mayor, se construyó un rascacielos. Iván, el hermano mediano, construyó un adosado y Héctor, el hermano pequeño, una cabaña. Cuando vino el cerdo destruyó con facilidad la cabaña de Héctor. Así que corrió al adosado de su hermano Iván, pero el cerdo la destruyó con facilidad y los dos corrieron a casa de su hermano Juan.
El cerdo no pudo destruir el rascacielos y Juan, al verlo, decidió cortar la electricidad para que no subiera por el ascensor, y cogió una botella de aceite y empezó a echar aceite por todas las escaleras. El cerdito se dio cuenta enseguida de que no funcionaba el ascensor y decidió subir por las escaleras, pero en el quinto piso empezó a resbalar y cayó. Iván y Héctor, que estaban abajo con una red extendida, cuando vieron que el cerdito se estaba cayendo, le atraparon y estuvieron comiendo jamón una buena temporada.
ADRIANA 4º A
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